El pasado jueves 17 de noviembre, La Nave Teatro presentó en el Instituto de Cultura de Baja California (Tijuana) la obra “Un Buen Salvador” de Paco Mufote. Con la actuación de Salvador Pelayo-Frías y David Cabezud, bajo la dirección de Alan Márquez Lobato
La escritora Sandra Basurto Hernández, nos comparte su reseña de la obra

“Un buen Salvador”

TIJUANA.- El sonido de una pantufla que, sin par, se arrastra por el escenario es el preámbulo de una historia de solitarios que se encuentran para formar vínculos de amistad y llenar sus espacios de silencio y vacío con palabras e intercambios, forjando una buena amistad. Un lazo afectivo que, aunque parece de corto tiempo y sin importancia, se vuelve tan fuerte como lo era el grado de soledad que contenían cada uno de los personajes.

Un ciego sentado en la parada de un autobús sin la necesidad de ir a algún lado, representado por David Cabezud y, Salvador Pelayo-Frías, quien actúa a un hombre con Alzheimer arropado con pijamas y sin poder recordar qué hace ahí y cuánto tiempo lleva sin bañarse, son los personajes de esta puesta en escena llena de reflexión por el abandono, la vejez y la soledad.

La obra contiene una temática cruel y sensible, pero mantiene momentos irónicos y sarcásticos que desprenden la risa de los espectadores: Rubén, quien es un ciego que se mantiene de recuerdos de cuando veía y Salvador, quien no recuerda ya casi nada, pero observa minuciosamente todo para tratar de encontrar sus recuerdos, forman una dupla que se complementa y se acompaña a partir de un encuentro fortuito.

Rubén y Salvador se vuelven los amigos que se insultan, que “se llevan”, que pasan de la sonrisa a la pelea, del llanto a la nostalgia, del intercambio de la reflexión de sus vidas al silencio; ambos solos, no pueden escaparse de ellos mismos lidiando con su soledad y se salvan a ellos mismos del silencio y el vacío continuo.

La Nave Teatro presenta una Dramaturgia de Paco Mufote dirigida por Alan Márquez Lobato en la que el abandono y la vejez se presentan sin matices, pero vistos desde una perspectiva amorosa, resaltando el valor a la amistad y el compañerismo.

La pantufla sin par, que lleva puesta Salvador es una muestra sutil de la soledad. La ropa sucia, lo es del abandono. La penumbra, lo es del olvido. La música nostálgica y las siluetas, cada una por su lado perdidas en el espacio obscuro nos envuelven en una atmósfera de desesperanza; nos urgen a no olvidarnos del otro y a recordar a aquellos conocidos que están solos. Tal vez este era el llamado que nos quería hacer Paco y su aportación con esta puesta en escena.

El buen Salvador resalta los valores de la amistad, su importancia; nos muestra la crueldad del olvido familiar y las ávidas ganas por tener al otro: al compañero, al familiar, al amigo, quien sea, pero sentir ese apoyo. Nos muestra la inevitable llegada de la vejez en soledad y en olvido. Sin embargo, también, nos enseña que cualquiera de nosotros, podemos tomar el papel de buen Salvador y rescatar a cualquier otro, y entonces volvernos el héroe más grande al liberarnos con ese intercambio, del peso del dolor, del silencio y del olvido.

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