Los ojos de todo el país deben de ver con otros ojos a esta región, con los ojos de la economía circular
TIJUANA.- La frontera entre el sur de Estados Unidos, con el norte de México se ha conformado desde su origen como una economía que comparte consumidores, trabajadores e inversionistas. Esta región binacional es habitada por millones de personas y crece constantemente por el fenómeno de la migración.
Esta vecindad ha adquirido a lo largo del tiempo una visión vanguardista más allá de las ventajas económicas, industriales, comerciales y culturales. Se ha redefinido como una región ambiental, especialmente las Californias, consideró el director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental A.C. (CIGA) José Carmelo Zavala Álvarez.
“CaliBaja tiene componentes medioambientales que no tienen fronteras. Aire, agua, compartimos ecosistemas tan importantes que se reflejan en los convenios de la Comisión de Cooperación Ecológica Fronteriza y Banco de Desarrollo de América del Norte COCEF/BDAN. Esta cooperación binacional ha permitido que los países, respetando su políticas y competencias, se consulten sobre las acciones que realizan en el sur o norte de la división geográfica de ambos países”, detalló.
En esta región la responsabilidad debe de ser compartida en la toma de acciones de gobiernos locales y federales para proteger y mejorar el medio ambiente. Políticas públicas que detonen el uso de energías renovables, mejoría de la calidad del aire a través de la transición de diésel a gas natural, instalación de centros de verificación vehicular, por nombrar algunos ejemplos, dijo el ambientalista.
José Carmelo Zavala, explicó que no hace mucho tiempo que los mapas de Estados Unidos, al sur de la frontera no tenían información sobre fauna, topografía, hidrología, etc. y los de México, al norte de la frontera estaban en las mismas condiciones, hasta que, a inicios de los años 90, se logró plasmar información sobre la cuenca de Tijuana, gracias a la colaboración del Colegio de La Frontera Norte y la Universidad Estatal de San Diego.
“Los ojos de todo el país deben de ver con otros ojos a esta región, con los ojos de la economía circular. En el comercio de segunda mano hay productos útiles para reparación, rehabilitación, recuperación de partes, todo para ampliar el ciclo de vida. Las carrocerías, talleres mecánicos, llantas usadas, maderas, casas móviles son ejemplos de productos que se importan y al final se extiende la vida útil”, señaló.
Los temas ambientales en la frontera se han abordado de diferente manera. Aguas residuales, aire, flora y fauna y las acciones que realiza el ser humano, como la fragmentación del ecosistema por la construcción del muro fronterizo, son situaciones cotidianas que generan grandes aprendizajes para la diplomacia ambiental de quienes participan dentro de organismos ambientales del Tratado de Libre Comercio y que trabajan sobre un ecosistema compartido.
“Creo que la complejidad de la frontera la ha convertido en un laboratorio de aprendizaje constante que convierten a esta región en la piel del país, ahora también en temas ambientales, porque no podemos renunciar a este vecindario del cual debemos aprender, capitalizar y potencializar”, subrayó.
Finalmente, José Carmelo Zavala, quien es egresado del programa LEAD por el Colegio de México, dijo que esta mega región se debe ver como una sola unidad de intercambio de una diversidad de fenómenos que no son comprensibles ni vistos del todo desde las ciudades de México o Washington.