En mis primeras clases de políticas públicas, el profesor nos explicaba que la política es una ciencia, y que, como tal, debería ser tratada con el debido respeto profesional de quienes se ostentan como políticos o de quienes participan en ella. Recuerdo muy bien que todos los alumnos comentamos que en México (como casi en la mayoría del mundo) esta ciencia está muy desprestigiada.

En realidad, aclara el profesor, el desprestigio erróneamente se lo adjudicamos a la disciplina, y no a los que operan y participan en ella, por lo que tendríamos que cuestionarnos lo siguiente; ¿Por qué está tan desprestigiada una ciencia social que entre otras cosas estudia los sistemas políticos, las formas de organización, las relaciones de poder, las conductas de los dirigentes políticos y la opinión pública?

Han pasado algunos años y la pregunta sigue vigente, sigo escuchando expresiones como “La política es muy sucia”, “se politiza el tema”, o “En la mesa no hay que hablar de política, ni de religión”, como si al hacerlo estuviéramos haciendo algo inapropiado, con ello pareciera ser que nosotros mismos promovemos el no involucramiento en esta ciencia, cuando es precisamente todo lo contrario lo que deberíamos de hacer. Al respecto el maestro Platón decía “El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.

Hoy el mundo entero atraviesa por dos grandes crisis, la primera nos reta a salvaguardar la vida y la salud, la segunda nos amenaza con doblar las condiciones económicas, en ambas situaciones la forma y tiempo de salir avante depende del como los gobiernos y líderes políticos decidan afrontarlos. De ello, resalta todavía más la importancia de informarse bien para elegir mejor a nuestros representantes; en ese sentido el maestro Aristóteles nos recomienda observar las 4 grandes virtudes fundamentales que todo político debe tener: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.

  1. La persona prudente siempre piensa en las consecuencias de sus palabras y de sus actos, busca el momento ideal para intervenir acorde a las circunstancias y generar el mayor bien posible o en su defecto minimizar el daño.
  2. La persona justa procura “dar a cada uno lo que le corresponde”, donde la rigurosidad de su juicio con otros también debe aplicarla para sí mismo, es un acto de madurez y prudencia.
  3. La persona fuerte vence el temor y se sobrepone a todo aquello que lo rebasa, esto a su vez le permite convertirse en una mejor persona.
  4. La persona con temple logra controlar sus sentidos sujetándolos a la razón, es decir, no se deja llevar por sus preferencias o tendencias, se capacita y se deja ayudar.

Amigos, estamos pasando por tiempos difíciles, seguramente saldremos de esta y el mundo seguirá girando, indudablemente vendrán otras crisis, otros problemas, eso no lo podemos evitar ni escoger, lo que si podemos hacer es empezar a ver la política como la ciencia que es, informarnos más, participar activamente en los asuntos públicos y elegir mejor a quienes tienen que tomar decisiones que nos impactan a todos, exigir profesionalismo, compromiso y resultados de nuestros políticos no es cosa menor, ya que en la medida que lo hagamos, estaremos resolviendo nuestros problemas, eso es bueno y a todos nos conviene, quedarse parado o ir en sentido contrario nos va a salir muy caro.