Cuatro jóvenes han sido ejecutados en relación con las protestas que estallaron en Irán hace cuatro meses, mientras que otras 18 personas han sido condenadas a muerte. Según grupos de derechos humanos, todos ellos fueron condenados en juicios tremendamente injustos.

Mohammad Mehdi Karami, campeón de kárate de 22 años, fue ahorcado el 7 de enero, solo 65 días después de su detención.

Según ha podido saber el servicio persa de la BBC, tuvo menos de 15 minutos para defenderse en el tribunal.

Mohammad Mehdi Karami, campeón de kárate de 22 años en juicio

Su historia muestra cómo las autoridades de Irán utilizan farsas judiciales para infundir miedo en los manifestantes, que exigen la libertad y el fin del régimen clerical.

Las autoridades calificaron las protestas de “disturbios”, e iniciaron una violenta represión. Al menos 481 manifestantes han sido asesinados por las fuerzas de seguridad, según Iran Human Rights, una organización no gubernamental con sede en Noruega.

Karami fue arrestado en relación con el asesinato de un miembro de la fuerza paramilitar Basij durante las protestas en la ciudad de Karaj, al oeste de Teherán, el pasado 3 de noviembre.

Más tarde fue acusado del delito de “corrupción en la Tierra” y fue juzgado ante un Tribunal Revolucionario en Karaj el 30 de noviembre junto con otras 16 personas, entre ellos tres niños, también acusados de participar en el asesinato.

Dieciséis personas fueron juzgadas por el asesinato de un miembro de la fuerza paramilitar Basij.

Los acusados tienen derecho a representación legal en Irán pero, en casos delicados como este, o en casos de espionaje, no se les permite elegir a sus propios abogados. El tribunal designa, en cambio, a uno de una lista aprobada por el poder judicial.

Los periodistas y los miembros de la familia del acusado también tienen prohibido estar presentes en el juicio, por lo que la única ventana a lo que sucede detrás de las puertas cerradas son imágenes muy editadas que comparte el poder judicial.

En uno de esos videos, se ve a Karami visiblemente angustiado mientras “confiesa” haber golpeado al miembro del Basij en la cabeza con una piedra. Su abogado de oficio no cuestiona ni discute esto y, en cambio, pide perdón al juez. Karami luego dice que fue “engañado” y se sienta.

El 5 de diciembre, Karami fue declarado culpable y condenado a muerte. Cuatro de sus coacusados también fueron condenados a muerte, mientras que los niños y otras ocho personas fueron condenados a largas penas de cárcel, según el poder judicial.

Es habitual que las autoridades presionen a los familiares de los acusados para que guarden silencio.

Pero el padre de Mohammad, Mashaalah Karami, que trabaja como vendedor ambulante de paquetes de pañuelos, concedió una entrevista al periódico “Etemad”, en la que aseguró que su hijo lo había llamado llorando el día que fue sentenciado a muerte.

“Papá, nos dieron el veredicto. El mío es la pena de muerte. No le digas nada a mamá”, recordó su padre, reiterando la inocencia de su hijo.