Las casi dos horas y media de metraje tienen destellos del genio de Coppola, pero no los suficientes para mantener el interés en una historia con muchos altibajos y que solo cobra fuerza en la recta final.
EFE.– Moderados aplausos y abucheos recibieron este jueves en el primer pase para la prensa a “Megalópolis”, de Francis Ford Coppola, una película excesiva en todos los sentidos, calificada de mala por la mayoría, pero que aun así gustó a los más acérrimos defensores del maestro.
Una historia futurista en la que Nueva York se ha convertido en Nueva Roma y en la que hay una lucha abierta entre el alcalde Cicero (Giancarlo Esposito) y un empresario visionario llamado Caesar Catilina (Adam Driver), sobre cómo se debe reconstruir la ciudad.
En su búsqueda de las similitudes con la antigua Roma, en esta historia de traiciones, poder y amantes que construyó, Coppola decidió utilizar conocidos nombres de personajes romanos —Craso, Julia, Vesta…—, lo que contribuye aún más a la confusión.
Con unos decorados grandiosos, un vestuario extravagantemente romano y un despilfarro de talento, “Megalópolis” bien podría convertirse en una película de culto en el futuro, aunque por el momento apunta más a un gran desastre económico para Coppola como el que vivió con “Corazonada” (“One from the Heart”, 1981).
Las casi dos horas y media de metraje tienen destellos del genio de Coppola, pero no los suficientes para mantener el interés en una historia con muchos altibajos y que solo cobra fuerza en la recta final.
“Megalópolis” era, de lejos, la película más esperada de la 77 edición del Festival de Cannes. Ser de Coppola ya hubiera sido suficiente para elevar la expectación, pese a que sus trabajos desde hace más de dos décadas no han estado a la altura de películas anteriores.
Pero a eso se añadió que, ante la imposibilidad de encontrar productor, el realizador decidió costear personalmente los 120 millones de dólares de presupuesto, con la venta de vino, según los medios estadounidenses. Y, por si fuera poco, tras finalizarla y antes de llegar a Cannes, ni siquiera había encontrado distribuidor en Estados Unidos.
Las expectativas desde luego se cumplieron y la película de Coppola se conviertió en el tema de conversación del día en Cannes, donde las primeras proyecciones de prensa se reportaron con llenos hasta la bandera y con un resultado similar de división de opiniones y una recepción fría.
No fue igual en el Grand Théâtre Lumière, que acogió la presentación de la gala del filme, ante Coppola y una buena parte del elenco de la película, entre los que estaban Adam Driver, Nathalie Emmanuel, Aubrey Plaza, Shia LaBeouf, Jon Voight o Giancarlo Esposito.
A la entrada, acompañado por su nieta Romy Mars —hija de Sofía Coppola—, el realizador de la saga “El Padrino” (“The Godfather”) fue recibido con el auditorio en pie, ya rendido antes de que empezara la proyección, algo, por otro lado, habitual en las galas del Festival de Cannes.
Mañana, Coppola y su equipo ofrecerán una rueda de prensa que se espera tumultuosa.